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Cuando se descubrió La Verna, a principios de los años 1950, algunas actividades todavía no se habían puesto de moda. La espeleología es objeto de una práctica confidencial.
Quien dice inicios, dice también material escaso, poco competente, técnicas por descubrir, prendas de ropa y alimentos no adaptados, asistencia en caso de accidente casi inexistente. Todo está por inventar. ¡Qué valientes o qué inconscientes eran!
Hace menos de 65 años, llegar a La Verna exigía jornadas de marcha para enviar el material hasta la entrada de la sima, con ayuda de mulos y asnos dirigidos por los pastores locales. El descenso de la sima de 320 metros de vertical duraba horas, y había que realizarlo colgado de un arnés incómodo bajo una cascada glacial.